Cecilia vive en Borja y es una señora mayor, muy mayor. Ya lo era hace años, cuando las cámaras irrumpieron en la tranquilidad de su pueblo a raíz de la noticia de una restauración inconclusa que dio la vuelta al mundo.
Personalmente no tengo ni idea de la formar en la que yo habría superado todo lo que le pasó a Cecilia, que pintaba desde siempre y que no fue capaz de salir tranquila de su casa hasta el día en que, en plenas fiestas de su pueblo, escuchó a lo lejos la música y a sus vecinas y vecinos gritar: «¡Cecilia, ven, que te queremos!».
Desde siempre, a ella le había gustado pintar puertas, ventanas y las calles de pueblos pero aquel día, el día en que la noticia saltó al mundo, se había dejado lo más difícil del Cristo de Borja, como ella dice «la carica», para el final.
Como todo en la vida, puede ser visto como un fracaso, como una mofa, una burla a una mujer que lo único que quiso hacer fue algo bueno por su pueblo. También puede ser visto como un triunfo, o…¿acaso conocíais Borja antes de lo sucedido?.
Hace unas semanas mi mejor amiga venía a buscarme con una camiseta negra que tenía en la parte frontal la imagen del Cristo de Cecilia…no pude evitar entonces querer bordarlo y conectar así con las cosas como son, siempre mitad de un elemento y mitad del otro, mitad de éxito y mitad de fracaso porque todo en la vida, incluso bordar, es conectar con ello.
Este es mi bordado más especial aunque no sea el más bonito…